El presidente Sebastian Lerdo de Tejada se resistio a construir el ferrocarril que vinculara a la capital mexicana con la frontera del norte, debido a la experiencia de las amargas incursiones militares en nuestro pais por parte de esa nacion. "Entre Estados Unidos y Mexico, mejor el desierto", afirmo. Su sucesor Porfirio Diaz, acuño otra famosa frase: "Pobre Mexico, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos". Pero en tiempos de integracion de mercados y de ventajas geograficas, un amigo cercano, oriundo de Israel, me comento que en su pais la frase podia plantearse exactamente al reves: "Israel, tan cerca de Dios y tan lejos de Estados Unidos". Independientemente de lo acertado de cada frase, lo cierto es que, en sus respectivos contextos y momentos historicos, la fatalidad historica y geografica ubico a Mexico y los Estados Unidos como vecinos inevitables, incomodos a veces, distantes en otras, caoticos para algunos. Pero la relacion entre ambos paises se dio siempre a partir de una rara mezcla de estereotipos enfrentados: Agravio y atraccion, temor y oportunidad. Habian, por supuesto, razones historicas que explicaban estos sentimientos.
Del libro: Mexico un paso dificil a la modernidad
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